La confirmación es uno de los sacramentos de iniciación en la religión católica. En la actualidad, tiene lugar durante la adolescencia, concretamente, entre los 15 y 16 años, y tras dos pasos previos anteriores, el bautismo y la comunión. No obstante, cualquier cristiano que quiera dar este paso más adelante puede hablar tranquilamente con su párroco más cercano.
El término alude a que la iglesia ha confirmado la admisión de uno de sus miembros en el seno de la iglesia y por el obispo. Así pues, podríamos decir que, a través de ella, nos convertimos en católicos más maduros y con una unión más sólida con Cristo y con la Iglesia. El acto consiste en la imposición de las manos sobre los confirmados y la unción con óleos sagrados.
En los Hechos de los Apóstoles, ya aparece este destacado acto. Cuenta cómo los que creyeron decidieron bautizarse para, posteriormente, recibir el Espíritu Santo con la imposición de manos. Desde entonces, millones de creyentes han sido los que han dado este paso decisivo en sus vidas.
¿Qué preparación se recibe antes de la Confirmación?
Antes de recibir la confirmación, los cristianos reciben una formación católica de unos tres años. Durante este tiempo, el muchacho o la muchacha recibe una catequesis junto a otros compañeros en la que va reafirmando su decisión de querer seguir formando parte de la Iglesia como cristiano.
En este proceso, sus padres, abuelos y hermanos son piezas fundamentales. Gracias a sus enseñanzas y a su ejemplo, guiarán al adolescente a llegar a este momento plenamente maduro y hacerle entender la importancia de este acto en su vida dentro de la fe cristiana.
Por último, conviene mencionar la relevancia que también tienen sus compañeros en esta andadura. Como él, estos jóvenes se ayudan y se apoyan durante su convivencia, comparten opiniones, pensamientos e ideas y siguen un camino en común que recordarán toda su vida mientras aprenden todo lo que significa comprar llaveros religiosos o las pulseras católicas que los acompañarán toda su vida.
Un momento importante después del bautismo y la comunión
La celebración de la confirmación es tan o más relevante que la comunión. Una ocasión muy especial, y es que ese bebé que se bautizó y que realizó su comunión, todavía siendo un niño, ahora reafirma su fe católica como adolescente. Por eso, este día es muy feliz tanto para ellos como para sus padres, familiares y amigos. Un evento para disfrutar y que recordará, sin lugar a dudas, toda su vida.
Después de este evento tan especial, el cristiano sentirá aún con más fuerza que forma parte de la cristiandad y que debe seguir los preceptos de la Iglesia católica como buen fiel.
¿Por qué es un paso tan importante?
La vida de un cristiano es como una bella carrera de obstáculos en la que este ha de enfrentarse a diversos momentos en los que dice un «Sí, quiero» a formar parte de la fe y de la iglesia católica. Sin embargo, este es un paso de gran relevancia. Ahora ya no son nuestros padres los que nos introducen en la cristiandad gracias al bautismo, sin que nosotros seamos conscientes de ello, ni la comunión, una época en la que aún somos muy pequeños para decir por nosotros mismos.
Ahora somos adultos jóvenes, lo suficientemente mayores para tomar por nosotros mismos la decisión. Una oportunidad de formar parte de este proyecto común que tenemos todos los fieles, que no es otro que continuar nuestra andadura juntos con un objetivo común: seguir el camino y las enseñanzas de Cristo.
En resumen, la confirmación es un acto en el que decimos «Sí» a Cristo y a la iglesia cristiana en nuestra juventud. Una celebración en la que, como cristianos, afianzamos nuestro vínculo con Dios.
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