Cuando hablamos de religión y objetos religiosos, desde Promosant estamos convencidos de que ofrecer la máxima calidad en todos los productos es fundamental para lograr la satisfacción de hermandades y otros grupos religiosos. Utilizar los mejores materiales, herramientas de calidad y técnicas precisas es básico para lograr el resultado que todos los creyentes buscan cuando piensan en orfebrería o broches religiosos. Por eso, a lo largo de este artículo, hablaremos de la importancia del proceso de fabricación de estos objetos.
¿Cómo es el proceso de fabricación de los objetos religiosos?
La orfebrería religiosa y la imaginería son las dos artes más destacadas en la producción de objetos religiosos. Tanto los orfebres como los imagineros ponen su pasión y su talento al servicio de la ornamentación de las iglesias o de los pasos procesionales. El orfebre es el experto en labrar objetos con metales preciosos o con sus aleaciones. Los metales con los que trabaja habitualmente son el oro, la plata, el bronce, el cobre y el latón. El imaginero es un escultor especializado en iconografía cristiana.
¿Cómo se elaboran los artículos?
Un orfebre realiza, entre otros muchos objetos sagrados, cálices, navetas, incensarios, custodias, candelabros y relicarios. Se trata de un minucioso trabajo artesanal que requiere de una pericia extraordinaria y de un gran trabajo de organización previo. El primer paso consiste en la elaboración de un dibujo del objeto que se desea realizar. Posteriormente, se imprime el dibujo a escala real para poder desglosar las piezas que compondrán el artículo final. Tras seleccionar las piezas de metal necesarias, comienza los procesos de repujado, cincelado y pulido. Los objetos de mayor calidad se elaboran en oro o plata de ley, aunque es frecuente recurrir a un proceso electrolítico consistente en bañar una pieza de latón y alpaca en oro fino o plata para reducir el coste del objeto.
El trabajo con los metales nobles lo encontramos hecho mediante moldes y hornos de fundición. El metal pasa de estado sólido a líquido en el interior de un crisol colocado en un horno. El metal líquido se vierte en un molde diseñado con la forma que se desea obtener. Tras el desmoldado, todavía quedan tres etapas importantes hasta obtener el artículo definitivo: el laminado, la soldadura y el lijado. El proceso de fundición se utiliza también para unir diferentes piezas a la estructura principal. Resulta evidente que, desde el diseño inicial hasta el acabado, se trata de un proceso largo y complejo.
Imaginería religiosa
La imaginería y bordados religiosos expresan la profundidad del sentimiento cristiano mejor que ningún otro objeto religioso. La producción de estas esculturas comienza con un boceto a partir del cual se elabora un pequeño modelo en barro. Si la imagen va a ser de gran tamaño, suele construirse una estructura metálica interna que proporciona mayor estabilidad a la obra. A menudo, el imaginero utiliza moldes de escayola para realizar la figura. En otras ocasiones, talla directamente la madera con herramientas como gubias, raspines y lijas.
Una vez que la imagen de madera está terminada, se le aplican varias manos de yeso y una capa de goma laca para impermeabilizarla y darle mayor consistencia. A continuación, se ornamenta la superficie con un policromado. Una pátina final suele darle el aspecto envejecido característico de estas figuras.
Conocer el meticuloso trabajo que hay detrás de los objetos religiosos de calidad nos ayuda a valorarlos aún más. La devoción que despiertan en muchos creyentes se justifica tanto desde la fe como desde un punto de vista meramente técnico o estético.